12 de diciembre de 2010

Christmas, Christmas hated.

Miró para todos los lados. Se encontraba en la calle más grande de su ciudad. Cuya ciudad ya estaba decorada de Navidad desde hacía unas semanas. Sintió ganas de reír al ver a la gente que pasaba a su lado con prisas y bolsas en las manos. Iban para allí para luego volver. Entraban en las tiendas y salían con bolsas. ¡Que estupidez! A ella nunca le había gustado la Navidad, y eso que era cristiana. Quizá fuese por el hecho de no haber tenido una navidad que mereciese la pena. O quizá simplemente porque era diferente a los demás. 
Caminó unos metro y parada en un semáforo observo como la gente, que andaba divertida y algo agobiada, se resguardaban, en porches y tiendas, de la pequeña lluvia que caía. Ella sin embargo se quedó bajo la lluvia. Ya entendía el porque de su rechazo a la Navidad, era diferente a todos. Unos días atrás se lo habían dicho. A poca gente le gustaba mojarse bajo la lluvia como ella lo hacía, también poca gente llevaba gorro en aquella insignificante ciudad y sobre todo apenas a unas personas la navidad le parecía estúpida. Y que todo estuviese revuelto en aquel pequeño cuerpo era bastante raro. Y esa misma persona que le había comentado que era especial, meses antes le había dicho una frase que nunca olvidaría y que utilizaría a menudo: "Quien es raro es especial"

8 de diciembre de 2010

Cruzar el límite y llegar hasta el final

Me gusta llegar hasta el límite. Conocerlo todo. Incluso lo prohibido. Llegar a esa raya que no te permite llegar más allá. Pero yo la cruzo, la cruzo porque me gusta lo desconocido. ¿Qué más da si es peligroso? A mí me gusta el peligro. Sentir una extraña sensación dentro de mi, que me advierte de que algo va mal o de que puede pasar algo. Y aunque esa sensación sea fuerte la ignoro y continuo. Hasta encontrar lo que busco, hasta llegar más allá y no poder saber más. Y a veces el haberte arriesgado te cuesta caro, muy caro.

1 de diciembre de 2010

Te tengo prohibido

Cosquilleo en la barriga.
Cuanto alberga ese estado.
Unas mariposas juegan dentro de ti.
A esas mariposas las llamo sentimientos o ganas de ti.
De tu inconfundible y rara charla. De tus halagos hacia ti mismo. De tus locuras y de tus dulces palabras. 
Pero también, a esas mariposas, las llamo prohibiciones. Debo controlarme y que mis pensamientos no vayan directos hacía ti, de que tengas todo el hueco de mi mente solo para ti. 
Odio esas prohibiciones y deseo más los sentimientos y ganas de ti. Pero todo lo hago por mi y mi bien estar. Mis pensamientos hacia ti no son buenos para mi.